La batalla de la rosa

Gritos callados arañan mis entrañas y fuerzan con palancas mis labios intentando escapar. Los dientes chirrían en mi boca y mis maxilares se tensan al máximo pensando que pueden hacer más presión. Una lágrima se escapa entre las pestañas y resbala por la mejilla hasta impactar contra el suelo. La ira, la rabia, la decepción, el pesar, la confusión, el espanto y otros jinetes hacen cita y se conjuran para lanzar su Apocalipsis final.

Pero una rosa blanca se abre paso entre todas las tinieblas y oscuridades blandiendo como espada la bandera de la esperanza. Llega antes de la erupción del volcán mental, todavía no hay daños irreparables y se muestra decidida e implacable. Se lanza con su corcel al campo de batalla sin pensar en las consecuencias. Con una mano señala su objetivo, con la otra alza su estandarte. La lucha es corta y el ataque de la rosa es eficaz. Cada jinete impactado por esta, desaparece entre vapores sulfurosos y aullidos estridentes que perforan mis oídos.

Su mano enredada en mis cabellos actúa como una mágica poción. La calma y serenidad se adueñan de mi interior, placando cualquier duda o dolor. Una vez más, la bestia es domada por la bella.

Escuchando: "Evenflow" - Pearl Jam