Carola III

Eran las 5 de la tarde y Raquel permanecía en medio del despacho de Marcelo con el arma en alto y el cañón aún humeante. Dos metros delante suyo, sentado en un bonito sillón de piel negra estaba el magnate acribillado a balazos. Raquel jadeaba nerviosa. Había apuntado muchas veces a alguien con aquel arma, pero siempre de manera intimidatoria. Nunca le había hecho falta apretar el gatillo en ninguno de los atracos que había hecho con Carola. Pero aquella tarde, en 5 minutos, había matado a los dos gorilas que custodiaban la nave de Marcelo y había descargado un cargador de su desert eagle en el pecho de aquel cerdo. Confundida, se preguntó como había llegado a aquella situación.

Tras la conversación con Carola en el descampado de las afueras de la ciudad, había sucumbido totalmente y se había avalanzado sobre ella. Sus dos lenguas se encontraron con frenesí tras todos aquellos años y no se despegaron hasta que pasaron unos minutos. Sus manos se movían freneticamente, redescubriendo aquellos cuerpos que años atrás se conocieron tan bien. Raquel estaba excitadísima y ya tenía una mano bajo el sostén de Carola mientras cogía la nuca de Raquel. Se había entregado totalmente a la pasión. Tras aquel reencuentro, se dirigieron a un motel para empezar a tramar la muerte de Marcelo.

Hicieron el amor durante horas. Sus cuerpos sudorosos pedían más y más sexo y ninguna de las dos quiso negarselo hasta que llegó el medio día y las dos estaban extasiadas. Carola se levantó de la cama a coger el paquete de tabaco. Se encendió un cigarrillo y se quedó ante el espejo de la habitación.

- Debe ser hoy. Marcelo estará en la nave industrial toda la tarde con Luis y Javier, sus esbirros de más confianza. Es el momento ideal - dijo Carola. Momentos después, ya estaban de nuevo en la carretera rumbo al polígono industrial.

Raquel bajó finalmente el arma. Marcelo estaba muerto y parecía que su vida iba a cambiar. Tenía muchísimos planes con Carola. Podían huir a alguna isla desierta y olvidarse de aquellos años que habían permanecido separadas. Podía perdonar completamente a Carola ya que nunca la había olvidado y siempre confió en reencontrase con ella. Podía...

- BLAM!

Raquel abrió los ojos presa del terror. Bajó la mirada y miro su el vientre de su camiseta. Estaba agujereada y del agujero brotaba un chorro inmenso de sangre oscura.

- BLAM!

El segundo balazo le impactó en el hombro, cerca del corazón. Raquel dió media vuelta, tambaleándose, aguantándose como podía sobre sus piernas y se encontró con la mirada de Carola. Su mirada era sádica y eufórica.

- Cielo, me has convertido en la viuda más rica de la ciudad. Éste Marcelo era un trozo de pan, no merecía morir la verdad... pero estaba a punto de pedirme el divorcio tras enterarse de la cornamenta que ha llevado siempre. Raquel, te estaré siempre agradecida, de verdad. - Carola, disparó una vez más y la bala fue mortal para Raquel, que cayó sobre el suelo muerta.

Carola sacó su teléfono móvil del bolso y marcó. Fingiendo una voz de terror y desesperación dijo: - Policía!! Es horrible. Han matado a mi marido y acabo de disparar contra la asesina. Necesito ayuda. Venga, rápido!!

FIN

Gracias a Frank Miller por el maravilloso Sin City y gracias a todos vosotros por vuestros ánimos a acabar la historia.